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domingo, 27 de junio de 2010

Sábado de excursión. Le propusimos a Roland que nos llevara de excursión, Qua Fall sería el destino. Salíamos de Calabar rumbo sureste, subiendo las colinas. La selva está cortada por la carretera y desde la furgoneta no puedes penetrar la espesura con la mirada más de cinco metros. Por generación espontánea, nacen en la carretera pequeñas comunidades rurales e incluso mercados. Tras dos horas de asfalto nos desviamos por una carretera forestal de tierra. Doscientos metros a pie para llegar a un alto desde donde vimos la fuerza de los rápidos que nacen en las montañas de Camerún. Espectacular vista. Gorilas en la niebla en la mente, y a soñar. El río tronaba, rajando la piedra y abriendo la selva. Por unas escaleras bajamos hasta la orilla, más calmada en aquel recodo mojé mis manos en el agua. Estaba chorreando de sudor, los mosquitos nos dejaban puntos de sangre en las piernas.
En el camino de vuelta probamos una fruta tropical que jamás había visto. Sabía a castaña afrutada y aquí la llaman "dia".

26 Junio 2010
Día completo que empezaba con visita institucional. La mujer del Gobernador tiene una ONG que lleva a cabo varios proyectos que nos quiso presentar. Visitamos un orfanato, un centro para mujeres adolescentes embarazadas y un centro para bebés.

Jueves 25 de Junio, primer cumpleaños de la casa. Neli cumplía sus 27. Ella esta acostumbrada a celebrarlo en la noche de San Juan, pero el día había pasado como si nada. Se la llevaron de paseo mientras preparábamos la sorpresa.

Entró por la puerta del patio, y al entrar la recibíamos con un grupo de danza y tambores africanos. Cuatro músicos y dos bailarinas que habíamos contratado abrían la fiesta. Un poco de baile para abrir boca con una comida a base de patatas fritas, ensaladas y frutos secos. Y otra vez a bailar y cantar. Limpiamos todo y volvimos a invitarla a pasar... le habíamos preparado una presentación Power Point con musiquita y fotos que encogió el corazón a más de uno. Abrazos y sale la tarta de chocolate, deliciosa. En el salón habíamos preparado una ristra de globos-condones con mensajitos individuales que Neli fue leyendo en alto uno por uno. La fiesta acababa de comenzar, palmas, sevillanas, canciones de toda la vida. Y nuestros invitados negros nos sorprendían con cantes casi profesionales. Pelos de punta, coros y altos. La cerveza y el vino mantenía las ganas de baile y los mosquitos se apuntaban a la fiesta. Empezó a llover e invocamos a la tormenta para que descargara con furia. Duchazo bajo la lluvia africana. Y la primera pareja del Gran Hermano nigeriano ya estaba formada.

24 Junio 2010
Había quedado temprano con Tere. Queríamos ir al mercado, ella aún no lo conocía y yo estaba ansioso por volver. No salimos todo lo temprano que teniamos planeado, se nos unieron cuatro más y los seis partimos andando hacia el mercado central.
La ruta es un paseo de encuentros, de saludos, de risas. Las calles cercanas al estadio hasta el mercado son caóticas, el tráfico es feroz. Pitos, humo, coches, mucha gente... es zona de buses y taxis, cógelos al vuelo.

Una vez en el mercado, paseo por alguna calle agradable, y dos minutos después empiezan a caer las primeras gotas. Aquí la gente esperaba la lluvia, pero nosotros salimos igual que cualquier dia de sol. Y aquí cuano llueve, llueve. Nos refugiamos en el mercado, en pequeñas tienditas donde apenas cabíamos. Pero no iba a parar. Decidimos investigar la calle de los pollos. Que pestazo. La atmosfera estaba cargada. Tras los pollos vivos, la carne troceada invitaba a las moscas y un poco más alante se amontonaban los sacos de semillas y harinas. La lluvia ya tocaba cada recobeco y las ratas huian de los niños. Las calles empezaron a ser rios de dos y tres dedos de profundidad. Andábamos a tientas, metiendo los pies en un agua negra y sucia que corria calle abajo precipitandose al sistema de alcantarillado fuera del mercado. Seguimos la dirección del agua. Estabamos empapados y no nos quedaba otra que coger un taxi para seis y volver a casa.

23 Junio 2010
¿Tienen un mapa de Calabar? Lo más parecido a un mapa de Calabar es un dibujo de cuartilla con las avenidas principales que encontramos en las guias de viajes. Así es difícil no perderse. Pero lo bonito de perderse, es cuando te encuentras.


Nuestro gran chalet para 20 personas está en la parte norte de la ciudad, en un barrio pijo y suficientemente adinerado y tranquilo para nuestros culos blancos. Sin embargo, ayer descubrimos que más allá, como vecinos, teníamos una calle entera de gente "humilde" (aquí humilde son todos, la diferencia es cuantas de las necesidades básicas tienen cubiertas). La calle conecta con el Estadio de fútbol de la ciudad y es un atajo perfecto para ir al centro. A la entrada de la calle y en pleno cruce, la anchura era ideal para que los niños jugasen a la pelota. Cada casa de no más de 20 metros cuadrados de techo de chapa vende lo que puede. Nos sentamos a tomarnos un refresco de naranja, la camarera se llamaba Lucía. Y para recordarlo aquí escribo también el nombre de la camarera que abre el barrio, Ruth, un encanto de mujer que conocimos en una mini excursión dos días atrás.

Y así, paso a paso, vamos abriéndonos camino en esta ciudad. Mucha gente nos conoce, sabe quienes somos porque salimos alguna que otra vez en la televisión. Pero solo acercándonos y rompiendo las diferencias de color, cultura e historia, podemos tocarnos las manos y sonreirnos para tirar por tierra todo lo que significa el hombre blanco en África y empezar de nuevo. En cualquier caso, hasta ahora he sentido la calidez de acogida, la amabilidad y la cortesía de quien te invita a pasar a su casa sin esperar nada a cambio, solo por el hecho de complacerte. En esta ciudad "you are wellcome".

22 Junio 2010

martes, 22 de junio de 2010

Tras la tormenta de la noche, el día empezaba con el desayuno. Pero este desayuno iba a ser especial. Hablando con Elisabeth, la cocinera, me interesé por el dialecto local, el Efic, o Calabar. En un cuaderno apunte las palabras básicas de un idioma. No sabía entonces que esa libreta me abriría tantas puertas.
Reunión con Roland, el coordinador del grupo. Nos contó las tareas fundamentales que vamos a seguir en el proyecto, y las lineas maestras que deben guiar nuestras actuaciones. Así resolvíamos la discusión acerca de la Iglesia y religiones.

1.Children and women education.
2.Women empowerment.
2.Raising Awareness of women´s rights.
3.Share family responsabilities.
4.Hygiene and cleanliness.

After that, We have gone to visit Drill Ranch. Es una protectora de animales, que los recupera y los inserta en la reserva natural. Dos chimpances bebé nos dieron la bienvenida. Algun cocodrilo, un par de antílopes, una zarigüella. Una familia de mandriles en un proyecto de cria en cautividad completan el centro. Una americana lleva más de veinte años en el proyecto y nos invita a participar como voluntarios. Una idea que me motiva, pero que tendré que hacer como añadido a mi trabajo los fines de semana.

Al salir de la protectora, el grupo subía por una calle tranquila sin asfaltar. Me quedé un poco rezagado. Un grupo de colegiales reian al vernos pasar. Saqué mi cámara de fotos, me acerqué a los crios, me puse en cunclillas a unos diez metros y los invité a venir y posar conmigo. En todo el barullo miré a una sonrisa de ocho añitos y le pregunté su nombre y su edad en el dialecto de sus padres, en Efic. La libreta empezaba a funcionar. Al despedirme y girar la cabeza abracé a alguien. De nuevo los ojos se escondian detras de una vidriera traslúcida.

Por la tarde, despues de comer no estaba dispuesto a perder un momento. El Larian antipaludico me altera y me pone a cien. Un grupo de seis nos aventuramos en busca de la verdadera Calabar. Seis personas en un taxi ilegal que escogimos al azar. A la biblioteca del tirón. Pagamos 50 Nairas por persona, ya contadas y preparadas antes de coger el taxi, y adios muy buenas. Despues de informarnos acerca de la biblioteca, decidimos ir hacia el corazón de la ciudad, el mercado. Callejas que tienen de anchura lo suficiente para que pasen dos personas. Las mercaderias y respuestos se trasladan en carretillas. Los tenderetes recargan de cosas su minúsculo espacio. Éramos blancos en un mercado donde la mitad de las personas solo han visto blancos en televisión. Sin embargo, nos sentíamos seguros dentro de esa confusión. Mi libreta de Efic, seguía ganandose el favor y la sonrisa de los tenderos. Gentes, olores, colores, se amontonaban en mi mente hasta el punto de perder el control de las sensaciones. Volvimos a casa andando, en el camino saludé a una chica que iba en nuestra misma dirección. Le conté que éramos voluntarios y que estaríamos un año. Volví mediatando.

Es media noche del dia en que la selección española ganó por dos goles a cero a Honduras en Sudáfrica, del mismo dia en que el gran José Saramagó decidió dejarnos huerfanas sus obras, pero para mí será el dia en que descubrí que el Efic es una llave a la integración y que las sonrisas aquí enamoran.
 
21 Junio 2010
Primer domingo desde que empezamos esta aventura. Y q se hace un domingo en Nigeria? Ir a misa. Hemos ido todos menos Tere, ella decidió quedarse en casa. Podeis imaginar la iglesia, más parecida a un granero que a una capilla, bloques de ormigón para las paredes, techo de uralita y vigas de madera.El sol, y en su caso la lluvia se filtra por los agujeros del techo ondulado. Las sillas son de plástico blanco. No hay imagenes, ni cruces. La misa es un espectaculo, un show, un montaje, un concierto, un monólogo, una fiesta, una reunión de vecinos... el coro canta, guitarra electrica, órgano y hasta bateria. Hay momentos de emoción, hay momentos de ritmos caribeños, la gente baila, levanta las manos, grita... algunas mujeres entran en trance y se desploman tocadas por la mano del pastor. El mismo que nos dió la bienvenida, y se atrevió a pronosticar algunas cosas a algunos de nosotros. A Valle le dijo que habría un accidente, que vería a su hermano en la ambulancias, pero que él la bendecía para que Dios la protegiera. A Samu le dijo que por gracia divina seria el Gobernador de la casa. A la señorita Neli, le hizo un pronósico que podremos comprobar. Le dijo que se casaría con un hombre negro americano y hasta se atrevió con la fecha del enlace, Febrero del 2011. Se quedaría embarazada de gemelos en su primer embarazo.
La cosa se complicó cuando el secretario que fuimos a ver el otro día, que es quien nos invitó a la iglesia, comunico a los fieles que nosotros habiamos venido a ayudar a la comunidad y que terminaríamos de construir la iglesia. Menudo caos. ¿Construir una iglesia, que promueve el matrimonio correcto y la abstinencia sexual? No sé si es la idea del grupo. Acabamos de llegar a la casa, nos hemos sentado en el salon a discutir. Algunos están deacuerdo, otros no. Cada cual expresa su opinión, pero de alguna forma intentamos convencernos los unos a los otros.

La polémica está servida. Personas, instituciones, iglesias, organizaciones, ONGs... si todo es complicado donde yo nací, imaginen como puede ser aquí. En cualquier caso, esto me sigue enamorando día a día. Y así es dificil no ser feliz.

20 Junio 2010
Primer domingo desde que empezamos esta aventura. Y q se hace un domingo en Nigeria? Ir a misa. Hemos ido todos menos Tere, ella decidió quedarse en casa. Podeis imaginar la iglesia, más parecida a un granero que a una capilla, bloques de ormigón para las paredes, techo de uralita y vigas de madera.El sol, y en su caso la lluvia se filtra por los agujeros del techo ondulado. Las sillas son de plástico blanco. No hay imagenes, ni cruces. La misa es un espectaculo, un show, un montaje, un concierto, un monólogo, una fiesta, una reunión de vecinos... el coro canta, guitarra electrica, órgano y hasta bateria. Hay momentos de emoción, hay momentos de ritmos caribeños, la gente baila, levanta las manos, grita... algunas mujeres entran en trance y se desploman tocadas por la mano del pastor. El mismo que nos dió la bienvenida, y se atrevió a pronosticar algunas cosas a algunos de nosotros. A Valle le dijo que habría un accidente, que vería a su hermano en la ambulancias, pero que él la bendecía para que Dios la protegiera. A Samu le dijo que por gracia divina seria el Gobernador de la casa. A la señorita Neli, le hizo un pronósico que podremos comprobar. Le dijo que se casaría con un hombre negro americano y hasta se atrevió con la fecha del enlace, Febrero del 2011. Se quedaría embarazada de gemelos en su primer embarazo.


La cosa se complicó cuando el secretario que fuimos a ver el otro día, que es quien nos invitó a la iglesia, comunico a los fieles que nosotros habiamos venido a ayudar a la comunidad y que terminaríamos de construir la iglesia. Menudo caos. ¿Construir una iglesia, que promueve el matrimonio correcto y la abstinencia sexual? No sé si es la idea del grupo. Acabamos de llegar a la casa, nos hemos sentado en el salon a discutir. Algunos están deacuerdo, otros no. Cada cual expresa su opinión, pero de alguna forma intentamos convencernos los unos a los otros.

La polémica está servida. Personas, instituciones, iglesias, organizaciones, ONGs... si todo es complicado donde yo nací, imaginen como puede ser aquí. En cualquier caso, esto me sigue enamorando día a día. Y así es dificil no ser feliz.
 
19 Junio 2010
De ayer solo destacaré dos cosas, la oficial, y la importante. El asistente del Governador del Estado de Cross River, nos recibió en su despacho y luego hicimos una visita al edificio administrativo para conocer a las personas que habian hecho posible nuestra llegada a Calabar facilitandonos los visados. Más tarde resolvimos el tema de moviles nigerianos, ahora tengo una tarjeta nigeriana y número, aunque no tengo el terminal.

Lo importante fue una pequeña escapada a un barecillo local, cerveza nigeriana, arroz con ternera picante, una bolsa de maní. Los cacahuetes se los compramos a una niña, que los llevaba en una bandeja sobre la cabeza. Son cacahuetes crudos, no tostados, y estan buenísimos. Aunque es raro comer frutos secos, que no están secos si no bastante jugosos.



Nollywood es la industria del cine negro. En Nigeria se producen más filmes que en el propio Hollywood americano. Y en Calabar hay uno de sus estudios. Fuimos a visitarlo. El complejo está formado por unos cinco edificios modernos, color champang, con un mono King Kong en lo alto de una gran esfera. Al lado un futuro centro comercial estilo occidental, y todo esto a orillas del rio que baña Calabar. Asomados a la barandilla, contemplábamos la orilla opuesta del río. La espesura rebosa de las laderas y alcanza el rio. La jungla está ahí, a nuestro lado, a un paso más... quizás estamos encima y casi no queremos darnos cuenta. Nos rodea y nos toca sutilmente. Hay lagartos, iguanas y salamanquesas, de colores extraños y tamaño considerable. Hay también ratoncitos de campo que limpian la cocina. Pero somos buenos cazadores y se los echamos al vecino.

19 Junio 2010
Salimos del Ibis Royale Hotel en dirección al aeropuerto. El grupo de 17 íbamos entrando en una misma furgoneta destartalada cantando el soniquete de ese famoso programa de televisión, - "Que apostamos, que aposrtamos". Y aunque apretados, dejamos que el conductor, la decimoctava persona, cerrase el cupo.

Camino del aeropuerto Lagos nos sorprendia. La vanette decidió tomar un atajo que se antojó como visita turística al corazón de un barrio cualquiera de esta monstruosa ciudad. Casitas minúsculas hechas de madera y techo de uralita se sucedian sin orden. Mi madre ni siquiera le habría dado el rango de chabolas. Pero cada una vendia algo. Un ferretería reducida a una garita de dos metros cuadrados siendo generoso, lucia herramientas y útiles colgados de las paredes. En otra zona una obra o una pequeña fabrica de ladrillos. Ibamos gritando asombrados, -Mirad! Una carpintería!!. -Fíjaos. Flores rojas! Las calles eran estrechas y el riesgo de accidente altísimo. Da la sensación de que todo el mundo conduce todo lo rápido que pudiera, al menos la furgoneta no daba para más. Y la duda era cuando desfondaría contra algun bache o socabón de los que agujereaban el asfalto como queso grullere.

El aeropuerto para vuelos domésticos de Lagos es como una pequeña estación de tren de pueblo anclada en algun tiempo pasado. Las paredes eran de teselas azules. Dos puertas de embarque y sin lujos de pantallas informativas. Despegamos para despedirnos de Lagos, rumbo al este siguiendo la linea de la costa.

Una hora más tarde aproximadamente, cuando el avión empezaba a descender por debajo de las nubes, apareció la selva. Una lágrima de emoción, volvia a formarse vidriando mis ojos. Los rios seseaban cortando la espesura. Desde el cielo parecia como una brócoli q se extendiera. Se distinguian también palmerales. Cuando los primeros exploradores llegaron a estas costas de África, y las colonias empezaron a desarrollarse, Nigeria era la costa de la palma.

Calabar tiene el aeropuerto más acogedor y familiar en el que he estado. Nos recibieron algunas autoridades locales, el secretario del governador y su mujer. Por allí andaba la tv, fotos y entrevistas. Al contrario que en Lagos, sinónimo de caos, Calabar nos recibía de momento con una tranquilidad caribeña.

Llegamos a nuestra casa. Hogar donde viviremos un año completo. Y tras dar buena cuenta de un arroz con pollo, empezamos a organizarnos en asamblea. El primer punto a debatir era el reparto de habitaciones. Por ahora, resumiendo unas cinco horas de negociaciones, yo comparto habitación doble con cuarto de baño. Mi compañera es la señorita Patricia. Organizamos el espacio, montamos las mosquiteras, vestimos las camas, y en poco tiempo el cuarto nos ilusionaba como niños pequeños. Qué exótico despertar dentro de una mosquitera, con la lluvia picando la ventana, el ventilador moviendo un aire denso y pegajoso.

-Buenos dias, qué tal has dormido?

Me da la sensación de que me han robado un sueño, la ventaja es que ahora lo vivo despierto.

Lo más importante del dia de hoy seria, supongo, las discusiones y largas horas para sacar adelante los cuadrantes de comida. Sin ambargo, los detalles que me han llenado estan lejos de la Asamblea. Estábamos todos en la puerta de un Hotel, era nuestra primera vez en la calle solos y esperabamos instrucciones que no venian. En estas Moises, dice: -Voy a la esquina a comprar tabaco.

Dos minutos después, iba con tres compañeros por la calle, viendo las pequeñas tiendas, siendo observados por todo el mundo. En una calleja no más ancha de metro y medio, una mujer mayor, nos invita a pasar. La curiosidad nos puede y terminamos conociendo a una familia muy humilde, una nieta de la mujer hablaba un español perfecto. Algun niño nos observaba con descaro como bichos extraños.

17 Junio 2010
Amanecer en Lagos. Serían las seis y media como mucho cuando me desvelé. Ya era de día. Desde la ventana del hotel, confirmé la escena que ya mis oídos habían empezado a crear. Era una avenida ancha, los coches y furgonetas pitaban continuamente, aunque el tráfico era fluido. Justo debajo de la ventana, un par de mujeres servían arroz cocido en una pequeña tienda hecha con una lona y cuatro palos. La comida debía ser buena a juzgar por la clientela que se sentaban alrededor de unas banquetas hechas con maderos. Colegiales de uniforme, motos, y mucha gente de un lado para otro. Es hora pues, del primer desayuno en África.

16 Junio 2010.
Acostumbrarte a los aviones es asociar vuelo a sueño. Aunque dormir no significa descansar, echar una cabezada detrás de otra ayuda a que las horas pasen más rápidamente. Entre avión y avión, despegue y aterrizaje... perdí el conocimiento de la hora, del día y del lugar... sólo me encontré cuando al asomarme por la minúscula ventana sobrevolábamos el desierto del Sahara. La parte norte, era desierto rocoso y pedregoso, pero poco a poco se convirtió en la foto de dunas que todos tenemos en la mente. Verlo desde el avión, es mágico y desolador. El desierto se extiende más allá de la linea del horizonte y más allá de lo que puedas imaginar. El desierto es vasto, y durante cinco horas de vuelo te haces una idea de lo hostil del paisaje. El desierto me arrancó alguna lágrima, el sueño africano empezaba justo al volar estas tierras.

Conforme volábamos al sur, Nigeria convierte la arena del desierto en la selva verde. Llegamos a Lagos justo al ocaso. Las nubes eran dibujadas por pinceles celestiales, la luz se colaba entre ellas para tocar el suelo, la tierra verde era cortada por los ríos plateados por el reflejo del sol..

Mientras el avión empezaba a descender, las casas y las calles empezaron a sucederse. Uno puede viajar a Madrid, a Londres, a Buenos Aires, pero no se puede hacer una idea de cuan extensa es Lagos. Tocamos tierra, estábamos en Nigeria, y Lagos nos recibía con su bochorno habitual. A la salida del aeropuerto caos, y directos al Ibis Royale Hotel, a diez minutos escasos del mismo aeropuerto.

15 Junio 2010

martes, 1 de junio de 2010

El síndrome del Coronel Tapioca por Arturo Pérez Reverte

Hace treinta y dos años desaparecí en la frontera entre Sudán y Etiopía. En realidad fueron mi redactor jefe, Paco Cercadillo, y mis compañeros del diario Pueblo los que me dieron como tal; pues yo sabía perfectamente dónde estaba: con la guerrilla eritrea. Alguien contó que había habido un combate sangriento en Tessenei y que me habían picado el billete. Así que encargaron a Vicente Talón, entonces corresponsal en El Cairo, que fuese a buscar mi fiambre y a escribir la necrológica. No hizo falta, porque aparecí en Jartum, hecho cisco pero con seis rollos fotográficos en la mochila; y el redactor jefe, tras darme la bronca, publicó una de esas fotos en primera: dos guerrilleros posando como cazadores, un pie sobre la cabeza del etíope al que acababan de cargarse.

Lo interesante de aquello no es el episodio, sino cómo transcurrió mi búsqueda. La naturalidad profesional con que mis compañeros encararon el asunto. Conservo los télex cruzados entre Madrid y El Cairo, y en todos se asume mi desaparición como algo normal: un percance propio del oficio de reportero y del lugar peligroso donde me tocaba currar. En las tres semanas que fui presunto cadáver, nadie se echó las manos a la cabeza, ni fue a dar la brasa al ministerio de Asuntos Exteriores, ni salió en la tele reclamando la intervención del Gobierno, ni pidió que fuera la Legión a rescatar mis cachos. Ni compañeros, ni parientes. Ni siquiera se publicó la noticia. Mi situación, la que fuese, era propia del oficio y de la vida. Asunto de mi periódico y mío. Nadie me había obligado a ir allí.

Mucho ha cambiado el paisaje. Ahora, cuando a un reportero, turista o voluntario de algo se le hunde la canoa, lo secuestran, le arreglan los papeles o se lo zampan los cocodrilos, enseguida salen la familia, los amigos y los colegas en el telediario, asegurando que Fulano o Mengana no iban a eso y pidiendo que intervengan las autoridades de aquí y de allá –de sirios y troyanos, oí decir el otro día–. Eso tiene su puntito, la verdad. Nadie viaja a sitios raros para que lo hagan filetes o lo pongan cara a la Meca, pero allí es más fácil que salga tu número. Ahora y siempre. Si vas, sabes a dónde vas. Salvo que seas idiota. Pero en los últimos tiempos se olvida esa regla básica. Hemos adquirido un hábito peligroso: creer que el mundo es lo que dicen los folletos de viajes; que uno puede moverse seguro por él, que tiene derecho a ello, y que Gobiernos e instituciones deben garantizárselo, o resolver la peripecia cuando el coronel Tapioca se rompe los cuernos. Que suele ocurrir.

Esa irreal percepción del viaje, las emociones y la aventura, alcanza extremos ridículos. Si un turista se ahoga en el golfo de Tonkín porque el junco que alquiló por cinco dólares tenía carcoma, a la familia le falta tiempo para pedir responsabilidades a las autoridades de allí –imagínense cómo se agobian éstas– y exigir, de paso, que el Gobierno español mande una fragata de la Armada a rescatar el cadáver. Todo eso, claro, mientras en el mismo sitio se hunde, cada quince días, un ferry con mil quinientos chinos a bordo. Que busquen a mi Paco en la Amazonia, dicen los deudos. O que nos indemnicen los watusi. Lo mismo pasa con voluntarios, cooperantes y turistas solidarios o sin solidarizar, que a menudo circulan alegremente, pisando todos los charcos, por lugares donde la gente se frota los derechos humanos en la punta del cimbel y una vida vale menos que un paquete de Marlboro. Donde llamas presunto asesino a alguien y tapas la cara de un menor en una foto, y la gente que mata adúlteras a pedradas o frecuenta a prostitutas de doce años se rula de risa. Donde quien maneja el machete no es el indígena simpático que sale en el National Geographic, ni el pobrecillo de la patera, ni te reciben con bonitas danzas tribales. Donde lo que hay es hambre, fusiles AK-47 oxidados pero que disparan, y televisión por satélite que cría una enorme mala leche al mostrar el escaparate inalcanzable del estúpido Occidente. Atizando el rencor, justificadísimo, de quienes antes eran más ingenuos y ahora tienen la certeza desesperada de saberse lejos de todo esto.

Y claro. Cuando el pavo de la cámara de vídeo y la sonrisa bobalicona se deja caer por allí, a veces lo destripan, lo secuestran o le rompen el ojete. Lo normal de toda la vida, pero ahora con teléfono móvil e Internet. Y aquí la gente, indignada, dice qué falta de consideración y qué salvajes. Encima que mi Vanessa iba a ayudar, a conocer su cultura y a dejar divisas. Y sin comprender nada, invocando allí nuestro código occidental de absurdos derechos a la propiedad privada, la libertad y la vida, exigimos responsabilidades a Bin Laden y gestiones diplomáticas a Moratinos. Olvidando que el mundo es un lugar peligroso, lleno de hijos de puta casuales o deliberados. Donde, además, las guerras matan, los aviones se caen, los barcos se hunden, los volcanes revientan, los leones comen carne, y cada Titanic, por barato e insumergible que lo venda la agencia de viajes, tiene su iceberg particular esperando en la proa.