Select Language

Clic en PAUSE II y para la música de mi blog >>

martes, 17 de julio de 2012

La generación que no miraba por la ventana nos la podemos cruzar por la vida de dos formas:

En las redes sociales, jóvenes que desarrollan su vida en twitter, facebook o a través del Whatsapp, capaces de hacer mil cosas a la vez siempre que sea delante de un dispositivo portátil y con conexión a Internet. Trabajan, consumen, se relacionan y juegan delante de las pantallas.

Y cara a cara, jóvenes ausentes del espacio y del tiempo real, que se sientan a tu lado en el tren y apenas tienen fuerzas o ganas de saludar sin dejar de mirar su pantalla.

Esta generación de personas enganchadas que no desconectan el móvil para ver una película en el cine ni para hacer el amor con sus parejas, y que ponen mala cara al embarcar en un avión, tendrán en unos años un gran déficit de información y de realidad. Se llamará el síndrome de no mirar por la ventana.

Viajar es abrir la mente, conocer otras realidades, conocer otro entorno y otras gentes. Mirar por la ventana ha sido siempre la mejor película que te podrían poner. Ver los cultivos, las industrias, las ciudades, montañas y valles bañados por un río o tan secos que dibujan desérticos parajes.

La generación que no miraba por la ventana... no sabrá que Castilla es seca, que Andalucía sabe a oliva o, que las verduras vienen del campo y la carne de animales pastando. La generación que no miraba por la ventana tendrá amistades en otras partes del mundo, pero no sabrá cuan lejos están realmente. Y lo que puede ser preocupante, esta generación podrá estar tan lejos de la realidad como los políticos y grandes hombres de traje, que miran desde los rascacielos como las hormigas trabajan en el suelo.

Y así es como llegué al 30 de Bromley Road, Londres. Día de verano con lluvia y viento a escasos diez días de los Juegos Olímpicos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario