Amanecer en Lagos. Serían las seis y media como mucho cuando me desvelé. Ya era de día. Desde la ventana del hotel, confirmé la escena que ya mis oídos habían empezado a crear. Era una avenida ancha, los coches y furgonetas pitaban continuamente, aunque el tráfico era fluido. Justo debajo de la ventana, un par de mujeres servían arroz cocido en una pequeña tienda hecha con una lona y cuatro palos. La comida debía ser buena a juzgar por la clientela que se sentaban alrededor de unas banquetas hechas con maderos. Colegiales de uniforme, motos, y mucha gente de un lado para otro. Es hora pues, del primer desayuno en África.
16 Junio 2010.
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