Me situé a escaso medio metro de él y cuando entendí la frenética pincelada, la excesiva dosis de pintura, y la abundancia en sus formas me retiré un paso. Por unos minutos entré en un mundo más harmónico, más bello, más rítmico y me olvidé del resto para inventar un sueño. Un respiro al mundo, segundos de quietud, inmóvil la humanidad, y la imaginación voló sobre una sociedad más justa.
¡Felicidades!