Los bancos siguen haciendo lo mismo.
Las crisis económicas se describen desde un punto de vista regenerativo como necesarias para que crezca la nueva hierba tras la quema de los viejos rastrojos. Así las empresas menos eficientes, los trabajadores menos productivos y los servicios menos necesarios se queman para dar paso a nuevas organizaciones que emplearán a personas con una preparación diferente para ofrecer productos o servicios más acorde a los nuevos tiempos. Este razonamiento que tiene algo de verdad es tan simplista y maléfico que no se puede saltar a la ligera.
Es cierto que la crisis provoca cambios, y los más importante deberían ser culturales e intelectuales. Que la sociedad sea capaz de filtrar entre tanta información y analizar el por qué llegamos aquí y dónde queremos ir es la clave de la cuestión, todo lo demás es paja.
El origen de la crisis es de sobra conocido, crisis financiera, crisis bancaria, hipotecas, riesgos y seguros. Unos países se han sabido reponer mejor que otros y algunos nos han pasado la patata caliente cuando ya no teníamos manos para sujetar ninguna patata más. Lo que está claro es que en España, la burbuja del ladrillo reventó y destapó un sistema productivo demasiado apoyado en la economía especulativa y no real, demasiado endeudada, con una máquina pública con algunos brazos oxidados y con muchos políticos, ineptos unos y corruptos otros, sin valentía política y haciendo la cabra.
¿Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades? Groso modo si, es posible, pero las cuotas de responsabilidad son muy diferentes. La alta banca, inversores y aseguradoras, las constructoras, inmobiliarias, grandes empresas y algunos listos han vivido por encima no de sus posibilidades si no por encima de las posibilidades del país entero. Y ahora toca pagar. Sin embargo, la responsabilidad se ha decidido extender a la clase media y humilde de los países periféricos (mediterráneos y otros) vía impuestos y recortes sociales.
Y es entonces cuando piensas algunas cosas:
Que los impuestos los pagan los trabajadores, asalariados y pensionistas honrados que no vivieron por encima de sus posibilidades.
Que las empresas se declaran en concurso o quiebra y se liquidan, mientras que las personas hipotecadas quedan financieramente muertas, sin casa, con deudas millonarias y las cuentas embargadas, empujadas a la irregularidad en el trabajo y a la salida del sistema.
Y que los bancos siguen haciendo lo mismo. Vendiendo televisores, vajillas y cafeteras, ofreciendo depósitos para los ahorradores, y comprando las empresas que aún siguen vivas, porque mañana, cuando salgamos de esta, quién habrá pagado los platos rotos seremos todos, pero quién acumulará y concentrará la riqueza serán los 5 bancos más importantes.
Y es así como funciona el capitalismo, desde que el banco es banco.
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