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jueves, 16 de mayo de 2013

Paseando por la Lisboa de toda la vida, parece que el tiempo no pasa por sus aceras adoquinadas, sus tranvías o las descuidadas fachadas de los edificios. A veces, todo parece viejo, pero la verdad es que todo está pensado para durar. Porque como se explica si no, esa sensación que tengo de volver a una ciudad hermana, como si perteneciera a ella o como si me hubiera criado en sus calles.

Lisboa recibe al visitante distante, reservada, ofreciendo la imagen anclada en alguna década pasada. La gente define Lisboa como una ciudad bohemia, que bonita palabra.Yo creo que hay tantas Lisboas como personas viviendo bajo sus tejados, diversa, mestiza, impura y rica. Con mil rincones para descubrir, con mil aventuras esperando en cualquier banco o en cualquier esquina.

Imaginas... cuántas historias han podido pasar por ese ascensor, y te das cuenta, que Lisboa, es una de esas ciudades eternas, como la  buena amistad, que te espera siempre en ese mismo instante en que la dejaste por última vez.




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