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miércoles, 18 de mayo de 2011

La prisión de Calabar abría sus puertas al grupo de voluntarios. Gracias al trabajo y la insistencia de Fosky, Valle y Patri, conseguimos el permiso para visitar las instalaciones.

La prisión es un recinto pequeño, no más grande que una cuadra, con muros de bloques de cemento de 10 metros de altura. No hay alambres de espinos, ni torretas o cámaras de seguridad. Dos puertas cerradas con candado separan el patio interior del exterior. El funcionario de mayor rango nos da la bienvenida y accedemos al interior. Vamos escoltados por tres funcionarios que sorprendentemente no llevan armas. Ya dentro vemos que sólo hay construcciones de planta única, tejados de chapa, suelos de tierra. En el patio central, bien cuidado, limpio, hay una especie de construccion amplia y biáfana que sirve de iglesia y hall. Nos sientan allí delante de cien reclusos. Después de las presentaciones, vienen las charlas de apoyo y ánimo a los presos.

No se nos permite el acceso a las celdas. Preguntar a los presos sobre las condiciones de vida, tampoco.

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